miércoles, 22 de agosto de 2012

SOBRE VISITAS DE AGRUPACIONES A LAS ESCUELAS

Esta mañana temprano colgué una letra apócrifa de mi autoría, atribuída a María Elena Walsh. Fue mi manera de opinar respecto de la bajada de agrupaciones políticas (hasta ahora saltó lo de La Cámpora y del PRO) a las escuelas.

Como al parecer no se entendió lo que ceo al respecto, me voy a tomar el tiempo de ponerlo por escrito

Estoy de acuerdo en la necesidad de debate, sobre todo político. Es sano, le hace bien a la democracia que se discutan ideas, que se den opiniones, y que se abra el campo para la incorporación de nuevos aires, de nuevas figuras. Concuerdo en que los jóvenes tienen el derecho (y creo que también la obligación moral) de informarse, discutir y participar en política. También está bueno que en los colegios secundarios debatan, se abran centros de estudiantes, que permitan a los chicos empezar a tener criterio. Todo eso a mí, como ciudadano, no me genera malestar. Más bien me parece totalmente auspicioso, y lo aplaudo. Independientemente que sean La Cámpora, La Juan Domingo, El Pro o la Asociación Salvemos a Willy, está bueno que se discuta, que se debata y que se participe. Hace bien que se revuelva el satus quo. También comparto en que no tiene nada de malo que los jóvenes participen, se organicen y se metan de lleno en la cosa pública. 

Pero hay límites. Y tener límites no es ser de derecha. Simplemente no corresponde, no está bien que se entre en las escuelas sin permiso de los papás, a sacarles fotos a los chicos haciendo la "V". No es ingenuidad, en eso no estoy de acuerdo con quienes dicen que los muchachos de La Cámpora pecaron de ingenuos. Creo sí que fueron responsables de hacer algo sin importar nada, sin medir ninguna consecuencia. Es sentirse omnipotente, inmune, más allá del bien y del Mal. 



Lo que me parece peligroso, y con lo que no concuerdo en absoluto es que La Cámpora o cualquier agrupación política irrumpa en una escuela primaria a impartir una bajada de línea política, o a hacer trabajo social, o a repartir nada. Y les voy a decir por qué. Los chicos de escuelas primarias son menores. Y como menores que son, están al cuidado de los padres, y de las autoridades educativas. Es decir: si querés ir a una escuela primaria a hablar de política, o a repartir caramelos, o a pintar, PRIMERO tenés que pedirle permiso a las autoridades escolares, y luego a los papás de esos chicos para poder tener contacto con ellos. 

Porque con el mismo criterio con el que La Cámpora fue a las escuelas a hablar de política, yo puedo ir con una agrupación que promueva el sexo libre a dar charlas en una escuela primaria, o a tratar de ganar adeptos para la filial argentina de la Asociación Nacional del Rifle americana, y sacarles fotos a los chicos enarbolando rifles automáticos. ESO es lo que me parece peligroso, y no lo comparto, ni lo tolero, sea de la Cámpora, del PRO, de la UCR o de Magoya. 



Tengo un hijo de once años, al que amo profundamente y lo educo en libertad de pensamiento y en la creación de su propio criterio. Pero también como todavía es chico, su criterio está en formación y no tiene todas las herramientas necesarias para tomar todas las decisiones por sí mismo. Por lo tanto las decisiones acerca de mi hijo en algunos aspectos de su vida las tomo todavía yo, que soy el padre. Y creo que a toda la sociedad le jode que un grupo se tome el atrevimiento de decidir en los hijos de cada uno.

Aclarado el asunto. Se cuidan

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